miércoles, 8 de agosto de 2012

Duelos



La vida transcurre cotidiana
hasta que un día,
uno de esos días
en que parece,
si hay sol,
que lo hubieran colgado de una tanza
de tan artificial y burdo que se muestra;
o que, si está nublado
se confunde el cielo con el alma,
sucede, que la puerta del destino
se entreabre
          y se cuela un frío gélido.
Se estremece el cuerpo desde
los tobillos a la nuca
y se cubre el corazón de esparadrapos.
Entonces, la mano huesuda
te palmea en el hombro
y se escucha
       en el medio de la frente
 “¿Cómo estás? No te olvides
             que estoy
y así como esta vez
vengo por él,
mañana serás vos, es ley.
Y me llevo de a una
las piezas
                   del rompecabezas
que es tu vida.”
Y, obvio, te duele
cómo no va a doler
si te sacó un pedazo
una parte de vos,
hilo de vida, de su,
de tu vida
que hasta hoy
transcurría cotidiana.

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