miércoles, 8 de agosto de 2012

Brasas

    Una brasa que temía extinguirse demasiado pronto, buscó fuego en el calor de otra brasa que estaba a su lado.  Se acercó para encenderse, para que ardieran juntos el tiempo que durara el chisporroteo.
    La otra brasa la sintió tan cerca que comenzó a arder.  Y ese renovado ardor hizo que los cuerpos de ambos cedieran y el alma de sus fuegos quedó expuesta.
    Entonces, ambas brasas entendieron que estaban destinadas a mucho más que compartir las chispas del final.
    Brillaron, más que nunca.  Se iluminaron, y su ardor dio calor a todo alrededor.
    Brillaron y se encendieron, y fue tan intenso que entendieron que su destino era compartir la eterna construcción de un nuevo fuego, capaz de renovarse cada día.

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